La práctica reflexiva y la exploración es fundamental para nuestro desarrollo. En yoga, “desarrollo” no necesariamente significa progreso en el sentido de logros mensurables, como mantener una parada de cabeza durante más tiempo o poder realizar posturas avanzadas. El desarrollo también involucra entender nuestras limitaciones, practicar con menos esfuerzo y más atención, adquirir más confianza y estabilidad, en un sentido que trasciende el tiempo que realmente pasamos sobre la colchoneta de yoga, para que tenga un impacto en general en nuestra vida diaria.
La práctica de asanas es un esfuerzo que involucra al cuerpo y a la mente, pero, ¿Existe una línea divisoria entre ambos?; ¿Cómo se relacionan y cómo influyen entre sí?; ¿De qué manera la posición del cuerpo influye en el estado de la mente, y cómo afecta al cuerpo un acto de la mente (como concentrarse en algo determinado)?
En el yoga buscamos indagar sobre este tipo de vínculos: la interrelación o la conexión mutua entre los aspectos físicos y mentales de nuestra naturaleza, de qué manera se afectan; en qué punto nos podemos situar internamente para vivenciar estas dos sustancias como una solo unidad.
